La bonarda es una uva de vino tinto italiana que ha crecido históricamente en la región francesa de Saboya, al noroeste de Italia, pero que hoy es más abundante en Argentina. La primera mención de esta uva data de cuando los etruscos la plantaron hace 3000 años en la región de Padanía. Y la llamaban Douce Noir.
La uva bonarda produce vinos de color violeta o púrpura intenso. En su aroma suelen aparecer atractivas notas de frutas rojas (frambuesa, frutillas, cassis o cerezas) y frutas negras (moras, ciruelas o arándanos). En boca es agradable y dulce, de buena intensidad , un amplio color en la copa al igual que el Malbec, pero ofrece taninos más bajos y una acidez ligeramente más alta y de sabor más jugoso, introduciéndose al mundo tan versátil y con innumerables particularidades. El tinto de bonarda añejado puede incluso tener ligeras notas ahumadas, higos dulces y chocolate. En boca, tiene una explosión inicial de frutosidad, puede parecerse a Merlot exótico y es igual de fácil de beber. En honor a esa cepa se realizaron en CABA y Mendoza numerables actividades, desde masterclass, documentales, historias de enólogos y chefs que animaron con maridaje a la altura.
No faltaron degustaciones, obvio, con etiquetas premiadas a cargo de destacados sommeliers por las vinotecas de todos los lugares dando a conocer una cepa tan antigua como noble que por sus extensiones de plantación pueden dar sorpresas a los consumidores a futuro. Todavía no se alcanza la espectativa merecida de tan interesante estilo de vinos, pero la idea es que se explore, que no sea sólo para entendidos. Aunque muchos se sorprenden al escuchar que era la cepa que tomaban nuestros abuelos inmigrantes.