Los primeros hallazgos dieron origen a las primeras fincas submarinas, de vinos que se vinificaban fuera del agua pero se estibaban bajo el mar. En la Argentina, ya se hicieron experiencias con cavas submarinas: en la costa de Río Negro, la etiqueta Wapisa, por ejemplo ,hundió botellas en el mar. Las primeras de malbec y cabernet souvignon. Después de 8 meses sumergidas comprobaron que el vino expresaba una mayor complejidad en aromas y sabor, con una notable expresión frutal en comparación con los ejemplares testigos envejecidos en la cava convencional. Encontraron un vino delicioso y maduro, con un final mucho más largo.
Inspirados en la cercanía del mar y en las historias de botellas encontradas en buques hundidos, Fincas Patagónicas decidió aventurarse y probar. Por segunda vez, hundió botellas de vino frente a las costas de Las Grutas, en Río Negro, con el objetivo de experimentar a partir de los efectos de las mareas y la temperatura del agua de mar en la bebida. Fincas Patagónicas tiene tres bodegas. Una de ellas es Wapisa, en la localidad rionegrina de San Javier. Las otras están en Mendoza puntualmente en Luján de Cuyo (Zolo) y en el Valle de Uco (Tapiz). Este proyecto se concreta a partir del trabajo conjunto con la comunidad de buceo y las agencias de turismo locales, que son los encargados de hundirlas, custodiarlas y retirarlas.
Una exótica experiencia que tiene antecedentes en otras bodegas (y mares) del mundo pero que aún no resiste visitas guiadas.