Los vinos naranjos son los nuevos tintos. Tendencia en ventas en vinotecas y bares de vinos, los eligen exploradores winelovers por su delicadeza, amabilidad y fácil maridaje.
Es un blanco que se elabora como un vino tinto. El vino naranja se elabora a partir de uvas blancas, las cuales se estrujan y se dejan con su piel y semillas por un tiempo, esto es lo que los diferencia, fundamentalmente de los blancos (además de su color, obvio) ya que en estos últimos la pulpa se separa del hollejo. Con esta información uno ya se puede largar a hablar con la actitud como un buen entendido. Pero para quienes quieren ser un poco más intelectuales, la siguiente guía le permitirá hablar con mayor propiedad.
Al dejar las uvas con la piel y las semillas, estos vinos moldean sabores bastante diferentes a los de la elaboración tradicional de vino blanco: logran mayor acidez, cuerpo y peso.
La fermentación y la oxigenación es lo que va produciendo ese color ámbar en sus caldos que tanto hipnotiza visualmente. Durante este proceso lo que se busca es aportarle taninos de la piel y las semillas a los vinos blancos, para que alcancen cierta estructura en paladar. Y al mismo tiempo el color va aumentando producto de la oxidación, de ahí que toma el nombre “naranja”.
La maceración del mosto con sus hollejos es sumamente importante ya que es el momento de extracción de antocianos responsables de aportar la tonalidad al vino y a su vez los taninos extraídos son los responsables de generar la sensación de astringencia. Cuanto mayor sea el contacto del jugo con las cáscaras se producirán vinos más estructurados con colores más intensos y con un abanico mayor de aromas.
Tienen la ventaja de poder ser elaborados a partir de diversas variedades de uva blanca, desde las más familiares como la chardonnay y la Sauvignon Blanc, hasta las más exquisitas tales como la Viognier, Grüner Veltliner, Tocai y Rousanne; otras menos conocidas como la Longyan de China, Koshu de Japón y las variedades de uva Rkatsiteli, Kisi y Mtsvane de Georgia. Esto también le imprime diversas aristas a cada etiqueta y los convierte en algo muy atractivo además de las etiquetas frescas, con las que suele presentarse.
Muchos se embotellan sin filtrar y a la vista resultan turbios, pero esto no afecta la calidad, sólo va en gustos ya que muchos vinos naturales recurren a este efecto también y con este procedimiento se reduce el uso de sulfitos.
Vale remarcar que el nombre de vino naranja no tiene nada que ver con su parentesco con frutas cítricas.
Esos viejos vinos nuevos
Estos vinos no se pueden tildar de nuevos ya que en los países como Georgia y Armenia se producían hace miles de años. Desde esos países la práctica de elaboración se expandió a Eslovenia, luego a Italia hasta llegar a Francia y prácticamente al resto de los países que hoy lo producen. Pero es en Australia y Estados Unidos es donde ganan mayor protagonismo bajo el nombre Orange Wines.
La técnica con la que se elaboran es antiquísima de las más antiguas y muy extendida en el Cáucaso, donde particularmente en Georgia está muy extendida. Incluso los primeros vinos naranjas se almacenaban en ánforas.
Consiguen ser blancos más longevos que algunos blancos y, en un mundo antiguo en el que las botellas no eran el recipiente en el que se conservaba el vino, sino ánforas, los blancos conseguían además cierta robustez para no echarse a perder.
Naranjos con un plus
Si bien han un sinfín de bodegas tradicionales y de autor, con etiquetas más o menos convencionales o de diseño, hay algunos que vale destacar y recomendar. Si hablamos de naranjos potentes en el NOA, Cafayate , Salta, hay una perlita.
Naranjo, de Bodega El Porvenir, es un vino creado a base de Pequeñas Fermentaciones. Micro-vinificaciones que expresan otro relato la región.
Entre sus notas de cata se destacan un color naranja dorado, aromas de intensidad alta, complejidad e interesante frescura. En nariz resaltan sus notas florales de azahar y jazmín, sus toques herbales que recuerdan a hierbabuena, tomillo y frutas cítricas como el pomelo y algo tropicales como la papaya. Luego de abierto se perciben notas especiadas de paprika, azafrán y flores rojas. Y, finalmente, en boca una tensión agradable al paladar.
MARIDAJE PARA UN TODO TERRENO
Los vinos naranjas tienen la virtud de ser vinos versátiles a la hora de pensar con que comidas lo acompañaríamos, tienen la tipicidad de la acidez de un vino blanco entrelazada con la estructura de un vino tinto.
Esto permite formar un matrimonio con platos frescos como pescados grasos, sushi, cerdos, con ensaladas, comidas en escabeche, quesos estructurados, carnes rojas, verduras a las brasas y sopas cremas.
La temperatura de servicio recomendada es entre 12 y 15°C para aprovechar al máximo las características.
Pero, en realidad, es mucho mejor beberlos sólos, a modo de aperitivo, o con un postre por lo que es un vino ideal para acompañar una comida desde su comienzo hasta el fin de fiesta