QUE BEBER EN SEMANA SANTA

El vino de misa ¿un vino que es vino?

Mitos y realidades de una bebida de las más consumidas en las liturgias religiosas. A días del comienzo de la Semana Santa curiosidades de las botellas que podemos descubrir más allá de cuestiones de religión.

Es rico, distinto, económico y para beber en ocasiones especiales, como todo buen vino. El vino de misavino de consagrar o vino de comunión es el utilizado en las liturgias cristianas y, en particular, en los festejos de Semana Santa. Aunque, en realidad , muchos sostienen que no es vino. Porque La mistela es una bebida que se elabora como una mezcla de mosto y alcohol, pero no llega a fermentar, por lo que no puede considerarse vino. Y la Iglesia exige que sea un vino genuino. Pero no es la única bebida conocida para celebrar religiosamente.

En el momento de la consagración, el dogma católico afirma que el vino de misa se convierte realmente en sangre. A este fenómeno se le llama la transubstanciación (transformación de una substancia, el vino, en otra, la sangre de Cristo, perdurando los accidentes del vino: su color, forma, cantidad, gusto, olor…). Desde 1939 es el elegido por Papas yu santos y en Argentina dos etiquetas distinguen y le rinden culto a este elixir.

Lo elabora la bodega Cabrini, fundada hace 102 años en Mendoza, en la zona de Luján de Cuyo. Es un tinto licoroso aprobado por el Arzobispado para la celebración católica. Debe su nombre la finca y la etiqueta a Leandro Cabrini, quien desembarcó en Buenos Aires en 1896, sin tener idea de que un día sus vinos de misa cruzarían el océanos al igual que él lo hizo en sentido opuesto, desde Italia, Poviglio, su pueblo natal, donde era agricultor. Cuando se instaló en la provincia cuyana, comenzó a aprender sobre el cultivo de la vid. Junto a su esposa, Virginia Fava -también inmigrante italiana- plantó su primer viñedo con uvas Malbec en 1918 en terrenos de Perdriel. Dos años antes, uno de sus hijos, Guillermo, había sido ordenado sacerdote salesiano. Fue Guillermo quien tomó la iniciativa de que la bodega comience en 1939 a elaborar el vino licoroso que se utiliza en la celebración de la misa católica, algo que los Cabrini siguen haciendo hasta hoy, con una producción de 70 mil litros al año.Hoy va del Mendoza al Vaticano.

El vino que bebieron Papas y santos

En el kilómetro 22 de la Ruta 15, en Perdriel, todavía se conserva parte de la casona con paredes de adobe de 1920 donde vivió el fundador de la bodega. Allí, en el salón principal, se apilan recuerdos que forman parte del museo familiar. Algunos de ellos prueban que los vinos Cabrini llegaron a ser degustados por varios Papas y santos. Uno es una carta con membrete de la Santa Sede, con fecha de diciembre de 1950, en la que el Papa Pío XII le agradece a Leandro Cabrini el envío de un vino y les hace llegar su “bendición apostólica”. El texto está firmado por un joven Giovanni Battista Montini, quien en 1963 se convertiría en el Papa Pablo VI y en 2018 sería canonizado por el Papa Francisco. Otro objeto histórico, aún más antiguo, es la silla de esterilla donde, aseguran, se sentó Don Orione cuando los visitó en 1936 y, claro, probó el vino Cabrini. El sacerdote italiano (llamado Luigi Orione), que vivió entre 1934 y 1937 en Argentina, fue declarado santo en 2004 por Juan Pablo II.

Cepas componen el tradicional vino de mesa 

Por lo general se utilizan uvas Malbec, pero también Sangiovese, Lambrusco y Bonarda en diferentes proporciones, brindando así homenaje a las originarias de su lugar natal, al norte de Italia.

Contra lo que muchos creen, el vino de misa no es el llamado mistela sino un vino fortificado o generoso, o sea, uno al que se le agrega alcohol en la fermentación. La mistela es una mezcla de mosto y alcohol, no llega a fermentar, por lo que no puede considerarse vino. Y la Iglesia exige que sea un vino genuino.

Aunque los Cabrini no son los únicos que producen este tipo de vino en Argentina, la suya es una de las etiquetas más reconocidas, con 81 años de trayectoria y el aval del Arzobispado de Mendoza, que les extiende certificados periódicos para autorizarlos.

El Derecho Canónico sólo establece que el vino de misa debe ser “natural, fruto de la vid y no corrompido”, no establece la graduación alcohólica pero el hecho de que sea alta ( por lo general de 16.5 %) permite que se conserve en buenas condiciones por más tiempo aún después del descorche. De esta forma, los sacerdotes pueden dosificarlo para usarlo en pequeñas dosis a lo largo de varias celebraciones sin que se eche a perder. Excelente para maridar con postres!.

Hoy la familia Cabrini atraviesa por la cuarta generación de vitivinicultores.  Están a cargo de 60 hectáreas de viñedos en Luján de Cuyo y Valle de Uco, de donde no sólo sale el licoroso sino también Malbec, Cabernet Sauvignon y Oporto Tempranillo.

Algunas cepas del mundo utilizadas para hacer vinos de misa 

El vino base se elabora con distintas uvas según el lugar del mundo donde se expida. En España, por ejemplo, con cepas como la Pajarete, Moscatel, Mistela, Terragona, y Terra Alta. En California , los americanos prefieren cepas como el Cabernet Souvignon, o el Zinfandel. En Venezuela hay un vino que se conoce com Pomar Ecclesia, de dudosa cepa insignia. Entre tanta comunidad venezola en la argentina, debemos mencionarlo porque su originalidad ya que se trata en este caso de un vino de cepas blancas, elaborado por la bodega homónima, Finca Pomar. Este vino para consagrar en las iglesias del país es hecho en Venezuela. Se llama Ecclesia, realizado por uno de los enólogos más admirados de ese terroir,  Guillermo Vargas.
Allí la cepa Chenin Blanc es una de las más apreciadas. 

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